sábado, 6 de abril de 2024

¿Se puede hablar ya de un nuevo boom latinoamericano de escritura neorrealista?


¿Qué está pasando?

 

En los últimos años, las escritoras latinoamericanas están ganando un enorme reconocimiento internacional: son finalistas y ganadoras de grandes premios; sus libros circulan cada vez más por toda la región y se traducen casi de inmediato a idiomas de países centrales como el inglés, el italiano o el francés; la crítica las señala como voces absolutamente nuevas en el panorama literario y algunas alcanzan cifras de venta inimaginables hasta hace poco. Sin embargo, aunque reconocen que algo está pasando, ninguna de las partes involucradas en este fenómeno quiere escuchar hablar de un nuevo boom latinoamericano... 

Aunque la escritora chilena Paulina Flores es «de la opinión de que tiene que llegar un momento en el que ser escritora no sea una novedad, no sea una sorpresa, y más allá de fijarnos en si es mujer u hombre, nos fijemos en la buena literatura».

Para la mexicana Laia Jufresa:

[…] que parezca que hay una ola no debe impedirnos ver que en realidad falta mucho más camino por andar. El trabajo de las mujeres se publica, reseña y traduce aún muchísimo menos que el de los hombres. Pasa literalmente en todo el mundo, pero en español, dado que podemos leernos en tantos países, es más notorio. Los libros de una autora peruana, mexicana, uruguaya, etcétera, por lo general pueden leerse en su país y quizás en España, pero rara vez en los otros países de Latinoamérica.

 

¿Estamos hablando de un boom?


La editora Iolanda Batallé sostiene que este boom sí existe, a pesar de que las cifras de ventas no sean todo lo altas que se desea, no solo con las escritoras latinoamericanas, sino con las escritoras en general. Considera que una cosa sí las une: son en su mayoría mujeres, y es que «Ellas tienen mucho más que decir por la simple razón de que aún no lo han dicho». Sin embargo, la mayoría de autoras y editoras no comparten la existencia de un nuevo boom latinoamericano, en este caso, femenino.

 

¿Qué tienen en común?

            

Más allá de la franja de edad o la procedencia de estas escritoras —nacidas a finales de los 60 en Latinoamérica, España o América del Norte—, hay una característica que no pasa desapercibida para el lector: en estas novelas, cuentos, poemas, ensayos, etc. —abordan todos los géneros— abundan las temáticas que se adentran en las zonas más oscuras y desoladas del ser humano y en la fealdad del mundo que nos rodea, aunque con todo, le imprimen un aire fresco a sus trabajos. Para Batallé, este interés por lo crudo se debe en parte a que las latinoamericanas, quizás por las sociedades en las que han nacido, mantienen un vínculo más salvaje con aspectos de la existencia. Temáticas sociales, intimistas, de terror, policiacas, de autoficción, etc., que para Samanta Schweblin tienen mucho que ver con lo que es la literatura, al fin y al cabo: «En la manera más efectiva que tenemos de sumergirnos en la oscuridad, en nuestros peores miedos y deseos, en todo lo desconocido y lo innombrable, y volver a la realidad con nueva información y lo más ilesos que sea posible».

 

Por su parte, Paulina Flores estima que tampoco hay que caer en el cliché de mujer e intimidad narrativa: 

 

El hecho de que el patriarcado nos haya relegado tanto a la vida privada nos entregó ciertas facultades narrativas que hoy parecen casi innatas. Pero también tengo la seguridad de que la mirada de una escritora da para mucho. Es decir, no hay que caer en el cliché de que solo escribimos sobre la intimidad, como si solo pudiéramos escribir diarios de vida.


La mexicana Laia Jufresa se expresa en un sentido parecido: 

 

Yo no trabajo por temática. Mi interés es contar historias y construir personajes —y narradores— que sean humanos verosímiles, sin importar su género. Sigue siendo muy común la noción absurda de que la mirada de un autor es humana pero la de una autora es femenina.

 

Para los editores a uno y otro lado del Atlántico, este boom de escritoras latinoamericanas no lo es tanto. Más que eso, lo que hay son muchas autoras, de corte muy distinto y con mucho talento. Esperemos que esto continúe siendo así y a un autor o autora se le publique por su talento literario, independientemente de que sea hombre o mujer y de cualquier necesidad de reivindicación feminista. Que esta especie de neorrealismo literario siga dando mucho que leer.

 

Una muestra de algunos nombres y países:

 

Argentina:


Samanta Schweblin, Distancia de rescate: sobre la distancia que nos queda para salvar la Tierra.

Claudia Piñeiro, El tiempo de las moscas: un relato de coraje y amistad que nos retrata cabalmente como sociedad.

Mariana Enríquez, Las cosas que perdimos en el fuego: recrea los barrios empobrecidos «en el lado oscuro de la orgullosa Argentina».

Paola Porroni, Buena alumna: sobre el fracaso y el autocastigo cuando se llega a una edad en la que supuestamente había que haber triunfado ya.

Camila Sosa Villalba, Las malas escritoras: sobre el colectivo trans.

Esta literatura nos habla de una crisis permanente y un futuro incierto, y lo hace creando nuevos personajes y reinventando géneros que parecían agotados.


Bolivia:


Liliana Colanzi, Ustedes brillan en lo oscuro: la imaginación apocalíptica de Colanzi encuentra en estos cuentos, de una eficacia meditada, su forma perfecta.

Es una literatura con tendencia a la popularización de géneros tan en boga como las distopías o la ciencia ficción. Se centra en los cambios culturales del país.


Chile:


Paulina Flores, Qué vergüenza: una visión despojada, de una sinceridad apabullante, de la vida actual en las ciudades.            

Lina Meruane Bozahere, Sangre en el ojo. Sus obras son tanto de ficción como de no ficción. Utiliza un lenguaje poético con una construcción minuciosa de la frase, siempre en capítulos cortos.

Alia Trabucco Zerán, Limpia: sobrecogedora novela que se asoma a la verdadera crueldad de la empleada de hogar chilena para reordenar el perverso recorrido de los afectos y odios de clase en busca de una transformación definitiva.

La literatura chilena sigue reflexionando sobre las derivas éticas de la dictadura y así mismo explora aspectos más relacionados con la intimidad, como la familia o la enfermedad.


Colombia:


Margarita García Robayo, Tiempo muerto. La autora carece de corrección política: habla de una pareja racista, lo que incomodó a los lectores europeos.

Vanesa Londoño, La multitud errante. Esta literatura se caracteriza por un tema o un fin común en su sociedad, su gran logro: la reconciliación.


México:


Laia Jufresa, Umami: se sumerge en el duelo y la ausencia.

Verónica Gerber, Conjunto vacío: sobre una ruptura amorosa.

Brenda Navarro, Casas vacías: la maternidad, que casi siempre asociamos con la felicidad, también puede ser una pesadilla.

Valeria Luiselli, Desierto sonoro: denuncia la política de separación de menores de sus familias en la frontera entre EE. UU. Y México.

Fernanda Melchor, Temporada de huracanes: crea una nueva lengua basada en el español popular de México y retrata las violencias del México contemporáneo.

Ahondan en el horror del presente e intentan entender el lugar que ocupan como personas en un contexto degradado.

 

Conclusiones:

 

Tanto autoras como editoras no comparten la existencia de un boom como tal, pero sí que hay un interés genuino de acercamiento hacia estas nuevas voces. Para ellas, hablar de un boom femenino comparable al fenómeno literario ocurrido hace más de medio siglo no tiene cabida, dado que las escritoras actuales, por ejemplo, no solo privilegian la novela, también hay cuentistas, ensayistas, cronistas, etc., y, si bien existe una cierta conjunción política en cuanto a la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, no hay como tal una unidad de miradas políticas y estéticas como había en los años sesenta entre los señores del boom.

 

Bibliografía:


       Corroto, P. (2017, 14 de agosto). El otro boom latinoamericano es femenino. El País. https://elpais.com/cultura/2017/08/13/actualidad/1502641791_807871.html

       Espoz, B. (2024, 13 de marzo). ¿Qué está pasando? Movimientos emergentes.

https://prezi.com/p/frde-qjjapav/voces-de-la-literatura-latinoamericana-actual/

  • Guerriero, L. (2024). Algo está pasando. PenguinLibros.

https://www.penguinlibros.com/es/revista-lengua/escritoras-latinoamericanas/escritoras-latinoamericanas-parte-II

  • Guzmán-Rubio, F. (2023, 28 de marzo). El territorio indómito: Mapa de la literatura latinoamericana del siglo XXI. Letras Libres.

https://letraslibres.com/literatura/federico-guzman-rubio-mapa-literatura-latinoamericana-siglo-xxi/

·      Scherer, F. (2021, 12 de junio). El nuevo boom latinoamericano: las escritoras marcan el rumbo. La Nación.

https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/el-nuevo-boom-latinoamericano-las-escritoras-marcan-el-rumbo-nid12062021/

martes, 23 de enero de 2024

La Filología según Nietzsche

«Este prólogo llega tarde, aunque no demasiado tarde. ¿Qué más da, a fin de cuentas, cinco años que seis? Un libro y un problema como estos no tienen prisa. Además, tanto mi libro como yo somos amigos de la lentitud. No en vano he sido filólogo, y tal vez lo siga siendo. La palabra filólogo designa a quien domina tanto el arte de leer con lentitud que acaba escribiendo también con lentitud. No escribir más que lo que pueda desesperar a quienes se apresuran es algo a lo que no solo me he acostumbrado, sino que me gusta, por un placer quizá no exento de malicia. La Filología es un arte respetable, que exige a quienes la admiran que se mantengan al margen, que se tomen tiempo, que se vuelvan silenciosos y pausados. Un arte de orfebrería, una pericia propia de un orfebre de la palabra, un arte que exige un trabajo sutil y delicado en el que no se consigue nada si no se actúa con lentitud.

Por esto precisamente resulta hoy más necesaria que nunca. Precisamente por esto nos seduce y encanta en esta época nuestra de trabajo, esto es, de precipitación que se consume con una prisa indecorosa por acabar pronto todo lo que se emprende, incluyendo el leer un libro, ya sea antiguo o moderno.

El arte al que me estoy refiriendo no logra acabar fácilmente nada. Enseña a leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, con unos ojos y unos dedos delicados. Pacientes amigos míos, este libro no aspira a otra cosa que a tener lectores y filólogos perfectos. ¡Aprended, pues, a leerme bien!» (Prólogo de Nietzsche a su libro Aurora).