12 agosto 2025

Papas negras


Imagen extraída de internet

Papas negras, mmm…, ¡qué ricas! Y ya casi no se consiguen. Bueno, a veces sí, pero carísimas, y mi Pedro y yo no nos las podemos permitir. No podíamos… que mi Pedro está en todo. A él siempre le han gustado mucho y antes del desahucio, las comíamos cuando las encontrábamos en la frutería, daba igual el precio, pero claro, ahora ya no podemos… no podíamos, je, je, je…

Pues bueno, te sigo contando: que el otro día se las encontró en el súper que hay cerca de aquí, del barranco, de casa, y el pobre estuvo dos noches soñando con las papas. Tanto que al tercer día se acercó por el expositor y no pudo evitar coger dos, una para cada uno, y metérselas en los bolsillos. Que sí, que ya sé que no está bien robar nada, aunque sean solo dos papas chicas, pero el pobre estaba desconsolado. Cuando llegó a casa le dije que qué íbamos a hacer con dos papas solitarias, que no valía la pena ni guisarlas, y que justo ese día yo había conseguido hacer un potaje de verduras con lo que desecharon del mismo súper, que ni poco rico me quedó, por cierto. También nos daba pena ponérselas al potaje, un desperdicio, así que las tuvimos varios días encima de la mesa sin saber qué hacer con ellas. Sí, ya tenemos una mesa que mi Pedro se encontró en ese contenedor de basura proveedor de nuestro mobiliario. Tuvo que apuntalarle una pata, pero ya sabes lo apañado que es pa todo. Luego te cuento nuestras últimas adquisiciones, que no quiero dispersarme del cuento. Entonces, al par de días, a mi Pedro se le ocurrió que las iba a plantar en nuestro jardín particular, al otro lado del flamboyán para que no les hiciera sombra. Las estuvo regando lo que pudo con los charcos que se quedaron con las lluvias de este año y cuando se acabaron, pues terminaron como papas de secano. Así que son mitad papas de riego y mitad de secano. A ver si mi Pedro se ha inventado una nueva forma de cultivarlas para ahorrar agua y la patenta, y lo mismo nos saca del barranco. Aunque Luisa, si quieres que te diga la verdad, el tiempo que llevamos viviendo en la cueva está siendo el mejor de nuestro matrimonio, que yo antes ni veía a mi marido, siempre enredado en sus negocios y en sus viajes, pero desde que estamos aquí, lo veo durmiendo a pierna suelta, feliz de que ya no puedan embargarnos nada, porque no creo que les interese este tendedero reciclado ni esta mesa coja, ja, ja, ja… Además, no tenemos título de propiedad, así que si se quieren llevar cualquier cosa, ya encontraremos otra en nuestro contenedor de las sorpresas.

Pues ya ves, Luisa, te quería invitar a que probaras las primeras papas de la cosecha, y muchas gracias por traer ese trozo de pescado salado, que no lo pruebo desde hace años. No te voy a preguntar cómo te lo has agenciado, que cada uno tiene sus recursos. Vamos a esperar un momento a Pedro, que fue a ver si conseguía algo para hacer mojo verde. Ya verás que lo trae, con las ganas que le tiene a las papas…