03 septiembre 2024

Vivir en el mismo centro


Ni que poco mona me ha quedado la entrada, si ya hasta podemos recibir visitas.

            Es que mi Pedro está en todo y esta semana me vino con unas sillas que se encontró al lado de los contenedores, nuevitas, oye, que la gente no sabe darle valor a lo que tiene.

            Pero yo sí. Nosotros sí. Si no, fíjate en lo bien que nos quedó el dormitorio desde que mi Pedro encontró esa escalera para subir ahí arriba, y desde que le hizo esa pared con las piedras que yo quité de aquí, de la entrada, para que quedara lisito. Ahora tenemos nuestra intimidad y todo.

            Lo único es que mi Pedro está buscando otro colchón, porque este que encontró está bastante dado de sí. Quiero decir, que ya ha dado de sí todo lo que tenía que dar.

            Y lo mejor es el jardincito que nos ha quedado. Ahí mi Pedro sí que tuvo miras y lo primero que hizo el año pasado, cuando nos mudamos aquí, fue plantar un flamboyán que se encontró medio muerto a la vera del barranco. Ni poco bien que se ha instalado él con nosotros. El pobre. Tienen mala prensa porque acostumbran a levantar el piso con las raíces, pero como nosotros no tenemos piso que levantar, pues ya está. El verano que viene nos dará sombra, ya verás.

            Y este tendedero, ¿qué me dices? Este es obra mía: me lo encontré yo. Es de abrir y todo. Yo es que no sé qué habrá hecho este pobre tendedero para acabar en el contenedor. Si es lo que yo te digo, que la gente no tiene conciencia.

            Bueno, Luisa, que verás que dentro de poco, porque tengo encargado a mi Pedro y está en ello, te voy a poder invitar a café. Solo me falta el fuego, pero mi Pedro está inventando.

            Bonito todo, ¿no? ¿ A que te gusta? Aunque tu cueva-casa tampoco está mal, lo que tienes es que ser más limpita, mujer, que no te puedes pasar la vida esperando a que llueva para que la casa se te limpie sola. Si ya no llueve tanto como para que corran los barrancos.

            En fin, ¡qué rico vivir aquí! Qué buena idea tuvo mi Pedro —él, siempre— con venirnos al barranco cuando nos desahuciaron. De aquí, como no tenemos ni código postal, pues no nos pueden echar.

            Qué tranquilidad, vivir en el campo en el mismo centro de Santa Cruz.

2 comentarios:

  1. ¡Mi niña! ¿Pero cómo puede ser que este bello y corto relato no tenga ningún comentario? Pues que sepas que me ha encantado. Tu mirada curiosa te llevó a ver una realidad que pasa desapercibida para la mayoría de los “paseantes” de esta ciudad. Y tus palabras nos han permitido ser conscientes de que, hasta en las situaciones menos favorables, siempre hay una oportunidad para un poco de optimismo. Gracias por compartirlo.

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