10 septiembre 2025

Las lecturas de Ernesto

Luisa, no te puedes imaginar lo que te tengo que contar. Resulta que el barrio se nos está poniendo interesante. ¿Te acuerdas de que te dije que se había mudado a la cueva de aquí al lado un chico que parece que la cabeza no le funciona muy bien? Sí, el pobre, oye voces, pues normal que se le vaya la cabeza, qué menos. Pues resulta que se llama Ernesto, y vaya casualidad, ayer nos enteramos de que se mudó con él, será para compartir gastos, otro chico que también se llama Ernesto, ¿te lo puedes creer? Porque tampoco es que sea un nombre tan común. Bueno, el caso es que el Ernesto segundo es alto, rubio, con los ojos claros y habla con acento extranjero, así que será Ernest, supongo; mientras que el Ernesto primero, el loco, tiene el pelo negro, es más bajito y habla con acento de aquí. Los dos, flacos. Lo que no sé es cómo se estarán entendiendo, vete tú a saber si el rubio también oye voces en su idioma, porque el guiri, que parece que le gustan los libros, está enseñando al otro a leerlos. Bueno, más bien a escucharlos, porque se pasa el día leyéndoselos en voz alta: unas veces le entiendo lo que dice y otras seguramente se los leerá en su idioma, así que vete tú a saber con lo que se quedará el de las voces, que ahora las escucha en varias lenguas, pobre chico. Y si los vieras, el primero escuchando alelado y el segundo leyendo concentrado: una postal. La cuestión es que ayer, a media mañana, el rubio llegó cargando dos bolsas del súper. Yo pensé que habría conseguido algo de dinero y venía de comprar. Pues no, las traía cargadas de libros y los empezó a colocar en un rincón de la cueva a modo de biblioteca. Yo miraba de reojo, porque no quiero que piensen que se acaban de mudar al lado de una vecina chismosa, que tú sabes que a mí la vida de los demás no me interesa, que bastante tengo con ocuparme de la mía, pero claro, el cuadro era pa verlo. Pero lo mejor te lo estoy dejando para el final, que por eso te dije que vinieras. Ven y miramos disimuladas desde allí detrás: ¿qué te parece?, mi Pedro enfrascado con los libros del rubio, que hoy no lee en voz alta, sino cada uno a lo suyo, supongo que también cada uno en su idioma. Así que las mejoras de mi casa se van a demorar porque mi Pedro ha puesto el interés en otra cosa, y yo le conozco esa cara: cuando se engancha a algo, le cuesta soltarlo. Pues nada, amiga, que la cultura se ha instalado en el barranco. En fin, lo que hay, ¿quieres café?

No hay comentarios:

Publicar un comentario